Día de trabajo y
distensión a pesar del escaso descanso para poder respirar el aire puro bajo
los pinos (15 minutos por la mañana y otros tantos tras la comida). Los lazos
creados entre nosotras nos acercan y tonifican espiritualmente.
Comenzamos por una oración ambientada con
elementos de la naturaleza que anuncian vida –en la víspera del Corpus y
rememorando la reciente fiesta de Pentecostés-: espigas, siemprevivas, luz,
fotografía con la primera succión de un bebé al pecho, etc. Como fondo a los
símbolos, el canto de Violeta Parra, “Gracias a la vida”.
Se evaluaron las diversas actividades del
curso:
-Trabajos sobre el libro de Elisabeth Schüssler
Fiorenza Pero ella dijo dirigidos por nuestra querida compañera Arianne
van Andel, teóloga de la iglesia reformada holandesa, próxima a dejarnos rumbo
a Chile.
-La conferencia impartida por ella en la Nau (ver art. anterior del
blog).
-Encuentro festivo en un huerto del Puerto
de Sagunto con Isabel Figueroa, secretaria que fue de Mons. Romero, con paella
incluida.
-Merienda-despedida de Arianne.
-Participación en diversos encuentros con
organizaciones feministas e implicación en manifestaciones y protestas ante las
injusticias del momento que vivimos.
-Grado
de relación con otros grupos creyentes o cristianos de base. También analizamos
nuestra apertura y acogida a quienes se aproximan a nosotras.
-Firmas de manifiestos, adhesiones y
denuncias.
-Fechas y lugar para las reuniones del
próximo curso. (pendiente de acordar)
Con una sentida acción de gracias, nos
despedimos.
El clima de sororidad creado en nuestro
encuentro nos hace bien y abandonamos aquel ambiente bucólico con fuerzas
renovadas para afrontar los problemas de nuestra sociedad.
Se confirma en nosotras la frase de Alexis Tocqueville:
“Las sociedades
deben juzgarse por su capacidad de hacer que las gentes sean felices”